La sombra tras la sonrisa: el secreto de la niñera

La sombra tras la sonrisa: el secreto de la niñera

Cuando contraté a Claudia como niñera para mis hijos, pensé que había encontrado a alguien ideal. Educada, puntual, amable y con referencias impecables. Todo parecía encajar perfectamente. Mis niños, especialmente Lili, la recibieron con entusiasmo.

Las primeras semanas transcurrieron sin problemas. Claudia jugaba con ellos, les preparaba meriendas, y yo podía salir a trabajar tranquila. Pero una tarde, cuando llegué a casa, Lili me llamó aparte con una expresión preocupada.

—Mamá, ¿puedo contarte algo sobre Claudia? —susurró—. A veces hace cosas raras cuando cree que no la estamos viendo.

Al principio, quise creer que era imaginación infantil, pero insistió en contarme más.

—Anoche, cuando me iba a dormir, escuché que Claudia hablaba sola en la habitación de los niños. No entendí lo que decía, pero tenía una voz muy rara, como un susurro que daba miedo. Y hoy, cuando no la veía, me pareció que movía objetos con la mirada.

Me quedé helada. Decidí investigar discretamente. Esa noche, instalé una cámara en la sala donde Claudia pasaba más tiempo. Al revisar la grabación, vi algo inquietante: Claudia murmuraba palabras extrañas, y de repente, uno de los juguetes de Lili empezó a temblar y rodar por el suelo sin que nadie lo tocara.

Al día siguiente, confronté a Claudia. Ella sonrió con una calma escalofriante y me dijo:

—No temas, señora. Solo estoy cuidando que nadie les haga daño. Tengo un don para proteger a los niños de energías negativas.

No supe qué pensar. Le pedí que se fuera, y no volví a contratar a nadie sin antes escuchar con atención las palabras de mis hijos.

Desde entonces, aprendí que a veces los niños ven cosas que los adultos ignoramos, y que su intuición nunca debe subestimarse.

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