El corazón de Elena se apretó y un nudo se formó en su garganta.

El corazón de Elena se apretó y un nudo se formó en su garganta.

Elena deslizó el dedo lentamente por la pantalla de su móvil, pero no lograba apartar la mirada de aquella imagen que le había llegado inesperadamente. Era una foto de Timoteo, su marido, siempre sonriente, relajado, disfrutando de unas vacaciones en una playa soleada. Pero no estaba solo. Junto a él, una mujer desconocida, cuyo rostro nunca había visto antes, reía con naturalidad mientras se apoyaba en su hombro.

El corazón de Elena se apretó y un nudo se formó en su garganta. ¿Quién era esa mujer? ¿Por qué estaba con Timoteo? Se llevó el móvil a los labios, tratando de calmarse, pero la ansiedad crecía con cada segundo.

Intentó recordar cuándo fue la última vez que su esposo le había hablado de aquel viaje. No recordaba que hubieran hecho planes para ir a ningún lugar juntos últimamente, ni que hubiera mencionado siquiera una escapada. La duda comenzó a carcomerla.

Elena decidió que tenía que descubrir la verdad, sin importar lo dolorosa que fuera. Esa misma noche, cuando Timoteo llegó a casa, ella esperó con el móvil en la mano y la foto en la pantalla, lista para enfrentar la realidad.

Pero lo que descubrió fue algo que jamás habría imaginado: la mujer de la foto no era una amante, sino una amiga de la infancia a la que Timoteo había estado ayudando a superar una crisis personal, y la foto había sido tomada en un viaje para apoyar a esa amiga, un viaje del que él no le había contado para protegerla.

Elena sintió cómo el nudo en su garganta se aflojaba lentamente, y con una sonrisa tímida, entendió que la confianza y la comunicación serían la clave para seguir adelante.

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